Aquí yace un hombre atento, implacable
Soñoliento en el tiempo
En el instante fijo de cada día
Esperando una imagen
Aquella figura que meticulosamente ama
He aquí el hombre que
Perdido en las líneas
En los apuros de abominables minutos
Escribe con sangre su historia
Esperando un acierto, un fruto
La sonrisa roja y curvada de aquel poema
Ocasos enteros
Perdido en la sombra lúgubre
De fantasmas que moran la ciudad
Inconsciente en la espera
Mientras la lluvia toca su corazón
Lo empapa de ahogo, de pasión
He aquí el muerto viviente
El inefable tumulto de materia y energía
La bitácora de días negros y de tardes grises
La luz opaca de calle húmeda
Aquí yace el que quiere y pierde
Si
Solo yo,
A nadie más, es a quien encuentras ahí
A quien los gusanos de penas amargas
Carcomen el alma
y a quien frías telarañas
Aprietan su pensamiento
¡Solo yo, nadie más!
El que salta entre tumultos buscando en los recuerdos
Aquella efigie que agobia la calma
El que piensa, pierde y malgasta su memoria
Y lo poco que queda de ella es un estandarte
De sueños que se quieren dar a conocer
Conque heme aquí, en el octante más oscuro del mundo
Mientras doy tiempo al tiempo
Deseando que mi forma no se prescinda
En tu ostentoso corazón
Por eso procúrale mociones a mi espectro
Para que advierta señales de vida
Regálame las sílabas que abocan tus latidos
Esas que sosiegan mi hipocondríaco pensamiento
Y el vicio de mis ojos lejanos en el cielo
Tu luz da lugar a los colores de mis alas
Y tu fragancia raja a pedazos toda mala palabra
Eres aquel matiz que perfila mi noción del mundo
Eres tú a quien codicio, a quien velo con recelo
A quien cuido cuando desdoblo en las noches en mi alma
Sos tú la fuente que alimenta el hidrópico ser de mi coraje
Y sos el ser que trasciende en mis días, aun mas que mi vida misma
Por ello
He aquí
Al hombre atento e implacable
Soñoliento en el tiempo
En el instante fijo de cada día
Esperando la imagen a la que meticulosamente ama
Fernando Pizano Correa